El primer sueño de Dios se rompió con el pecado de Adán y Eva, que la liturgia nos presenta en la Primera Repaso: delante el sueño de Alá, el hombre y la mujer tienen siempre la albedrío de proponer “no”.
, ¿a qué nos invita esa solemnidad de la Inmaculada Concepción a nosotros? San Pablo nos responde en la segunda leída de hoy, escrita a los efesios: el Padre nos ha elegido desde la eternidad en Cristo para ser santos e inmaculados en su presencia en el bienquerencia. Esto requiere de nosotros una lucha ascética, que dura toda nuestra vida, contra el pecado.
escribe: "Bendito sea Alá, Padre de Nuestro Señor Dios, que nos ha bendecido, en la persona de Cristo, con toda clase de riqueza espirituales y celestiales. El nos eligió en la Persona de Cristo —antes de crear el mundo— para que fuésemos santos e irreprochables en El por el apego" (
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Igualmente a nosotros se nos ha otorgado la «plenitud de la Chispa» que debemos hacer resplandecer en nuestra vida, porque «el Padre de nuestro Señor Dios —escribe san Pablo— nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales (.
Queridos amigos, ¡qué inmensa alegría es tener por madre a María Inmaculada! Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y la sugestión del mal, podemos dirigirnos a ella, y nuestro corazón recibe vela y consuelo. Incluso en las pruebas de la vida, en las tempestades que hacen vacilar la Confianza y la esperanza, pensemos que somos sus hijos y que las raíces de nuestra existencia se hunden en la Agudeza infinita de Alá.
Aquellos que Inmaculada Concepción mueran en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción amistad de Jehová y vayan al Cielo serán liberados de todo pecado y de toda mancha de pecado. De este modo, todos seremos hechos “inmaculados” (latín, immaculatus
Volviendo la vistazo antes en el transcurso de nuestra larga vida y evocando encuentros e impresiones diversas de lejanos tiempos, nos sentimos todavía como penetrados por una íntima y temerosa impresión al recordar innumerables falanges de esposas y de madres, de humildes amas de casa y de vírgenes consagradas, cuyos servicios de caridad y de prudencia eran fuerza y nobleza verdaderas de las familias y cooperación en el Servicio sacerdotal.
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A lo prolongado de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María "llena de gracia" por Altísimo había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: «.
3. Amadísimos hermanos y hermanas, la humanidad de nuestro tiempo, que se dispone a entrar en el tercer milenio, encuentra en la Inmaculada el modelo de la espera y la Madre de la esperanza.
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Si el camino del Adviento nos prepara para cobrar la Bombilla sin ocaso que representa y es el Hijo de Todopoderoso, María es la aurora que anuncia el origen de esa Faro: Ella es el modelo terminado donde poder mirarnos y donde encontrar las actitudes propias de cómo esperar y acoger al Señor prometido.
4 El ocultación de la santidad de María debe ser contemplado en la globalidad del orden divino de la salvación para ser ilustrado de modo armónica y para que no parezca como un privilegio que la separa de la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo. El padre Maximiliano Kolbe tuvo sumo cuidado en unir la Concepción Inmaculada de María y su función en el plano de la salvación al intriga de la Trinidad y de forma particular con la persona del Espíritu Santo. Con formidable profundidad desarrolló los múltiples aspectos contenidos en la noción de «Esposa del Espíritu Santo», acertadamente conocida en la tradición patrística y teológica y sugerida.